viernes, 26 de octubre de 2007

Leyenda Prehispánica del Dia de Muertos

La leyenda refiere que en esta noche, surge la sombra de Mintzita corazón, hija del Rey Tzintzicha, y la de Itzihuapa, hijo de Taré y Príncipe heredero de Janitzio.
Locamente enamorados, no pudieron desposarse por la inesperada llegada de los conquistadores. Preso ya el Rey padre de Mintzita, por Nuño de Guzmán quiso la princesa rescatarlo ofreciéndole el tesoro fabuloso que se encontraba bajo las aguas, entre Janitzio y Pacanda. Y cuando el esforzado Itzihuapa se apresaba a extraerlo, se vio atrapado por veinte sombras de los remeros que lo escondieron bajo las aguas y que fueron sumergidos con él. Itzahuapa quedó convertido en el vigésimo primer guardián de tan fantástica riqueza. pero en la noche del día de muertos despiertan todos los guardianes del tesoro, al lúgubre tañer de los bronces de Janitzio, y suben la empinada cuesta de la isla.
Los dos Príncipes, Mintzita e Itzihuapa se dirigen al panteón para recibir la ofrenda de los vivios a las luces plateadas de la luna, los dos espectos se musitan palabras cariñosas y, a las llamas inciertas de los cirios, se ocultan de las miradas indiscretas. En Janitzio las flores son inspiración y gozo que se cantan en las pirekuas como Tzitziki Canela (Flor de Canela). Tzitziki Changunga (flor de Changunga), son cantos en los que se compara a la mujer con las flores por su delicadeza, finura y exquisitez. Nadie interrumpe sus coloquios amorosos! Mientras tanto las estrellas fulguran interesantemente en las aventuras, las campanas tocan desesperadamente y el lago gime como una alma en pena... en sus intricandas calles asoman balcones y soportes de viejas maderas, sobre las que cuelgan redes. Aproximadamente a la mitad de su ascenso, se encuentra su iglesia pintoresca como todo en el pueblo, en cuya parte posterior se encuentra el cementerio en donde se realiza la singular e impresionante ANIMECHA KEJTZITAKUA, toda la vida de la Isla vibra en torno a esa ceremonia; en ella hay un ambiente de tristeza y de alegría discreta. Hacia las 12 de la noche del 1o. de noviembre la mujeres y los niños se desplazan con solemnidad, localizan los lugares de reposo de sus seres queridos, ponen hermosas servilletas bordadas sobre las tumbas y depositan ahí los manjares que en vida fueron del agrado de sus distintos difuntos, colocan ofrendas florales enmarcadas por las luces de numerosas velas, y así transcurre la noche entre alabanzas, rezos y cantos de las mujeres y niños, mientras los hombres de lejos, en las afueras del cementerio, observan atentos todo lo que sucede en el inteior del panteón. Una camapana colocada en el arco de la entrada del panteón, suena discretamente toda la noche, llamando a las ánimas a que se presenten a la gran ceremonia. En toda la Isla hacen eco los cantos purépechas de dulce y musical cadencia que imploran el decanso de las almas de los ausentes y la felicidad de los que quedan en la tierra. Participar en esta fiesta es cumplir con un deber sagrado para los muertos, que hacen honor a quienes lo practican.

1 comentario:

Unknown dijo...

TUMBA ISLEÑA

Al lúgubre doblar del duro bronce,
prestas resurgen almas de agua dulce,
despiertan los guardianes del tesoro,
quienes, en vida, actuaron con decoro.

Murieron en defensa de su honor,
a manos fieras del cruel agresor,
su tumba, lecho isleño, primoroso,
cándido, fiel, purépecha, orgulloso.

Mis Príncipes, Mintzita e Itzihuapa,
suban la cuesta, el llanto escapa,
diríjance al panteón, hay luz de plata,
ligados por su amor, sangre escarlata.

Musítense palabras cariñosas,
platiquen de Janitzio, de mil cosas,
oculten de miradas indiscretas
la tierna oscuridad de sus siluetas.

Reciban las ofrendas de los vivos,
por esa muerte de que son cautivos,
coman charales, beban charanda,
fumen tabaco, cumplan su manda.

Huelan incienso, huelan copal,
hablen del bien, jamás del mal,
son bienamados, son bienvenidos,
muertos y vivos todos unidos.

Dialoguen con kurucha urápiti,
de su eterno sueño, de su frenesí,
regresen a sus fosas sumergidas
y cúrenle, a su lago, . . . las heridas.

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Isla de Janitzio, Michoacán, México, 02 de noviembre del 2011
Dedicado a Don José Luis Guzmán Soto
Reg. INDAUTOR No. 03-2012-030612580800-14